Arquitectura y urbanismo vernacular y actual
Fi wi uomdem
La arquitectura vernacular hace parte del arte tradicional del territorio raizal. Hace parte del espacio inmueble que afecta sobretodo a lo visual, a lo estético, tan importante para mantener el equilibrio hacia el apego a lo propio, hacia unas formas de política y gestión de la administración, hacia unas formas de comportamiento social, consideración y respeto a las personas mayores, hacia la cohesión y los valores y principios de fraternidad y convivencia en un clima de salud física y mental de belleza y bienestar comunitario. Para propios y visitantes. Es una de las manifestaciones del patrimonio cultural que entra por los espejos del alma.
La arquitectura autóctona raizal, desde la casita más chiquitica de una sola habitación hasta la más ostentosa de varios pisos, guarda y representa la etnohistoria de nuestro pueblo. Es un archivo que documenta sobre quiénes lo han ido poblando, el poder adquisitivo, la economía del lugar o el poder político, la comunión con la naturaleza y la comprensión del entorno, la visión del mundo, las tecnologías de las épocas, la estética en los diseños, la sensibilidad de constructores y moradores.
Entre el concepto de architectura vernacular como ideal de vivienda sostenible con tierra para todos y el actual que rompe toda posible armonía con la memoria colectiva en el territorio raizal, se ha ido abriendo una especie de abismo que parece insalvable. Sin embargo, siempre depende de la voluntad política de reconocimiento de la familia extendida y de la sociedad civil en no vender su territorio.
El arte arquitéctonico nativo raizal necesita ser revalorado, no solo como patrimonio cultural sino también porque significa el núcleo familiar, el hogar, el lugar donde los vivientes se protegen de los elementos, donde es posible vivir ‘dentro’ de la casa o en el propio patio, disfrutarla y recrear las conversaciones entre ancianos, niños y mayores. Y vecinos.
La vivienda vernacular raizal es perfecta, diseñada con sentido común.
Sinopsis parcial de una etnoarquitectura para el territorio raizal
En 1793 los dueños de esclavizados construían la casa principal en grandes terrenos tipo vivienda de plantación y los esclavizados fuera de este espacio en barrakas o chozas. Y no existía un centro urbano ni en San Andrés ni en Providencia isla.
A partir de 1834 y 1853 con la abolición de la esclavización y el crecimiento de la economía del coco y de la población, las casas de los nativos o residentes que iban haciendo dinero se siguieron construyendo en los sitios de mayor acceso y posibilidades de movilidad, al borde de los caminos.
Algunos exesclavizados habrían recibido un lote de tierra de antiguos esclavizadores pero también documento de escritura de propiedad expedido por el gobierno de Colombia. La tradición era que los hijos iban construyendo sus viviendas en el mismo suelo. Tanto las casas de prominentes como de los pobres tenían sembradíos o jardines alrededor para retener la brisa y que no pasara de largo como forma natural de ventilación.
La población de San Luis, primer núcleo urbano y comercial donde se localizaba el puerto para las exportaciones de coco y entrada de mercancia de todas partes del mundo, de la China, por ejemplo, tenía en 1913 según el oficial de marina Emilio Eiton, proporciones de ciudad con casas de techos pintados de rojo, chalets elegantes y villas austeras y otras construcciones que la hacían atrayente y cautivadora. Relata que se había imaginado encontrar en San Andrés pueblitos miserables pero que lo que había encontrado era un hermoso conjunto que recreaba los sentidos, con muellecitos que salían desde tierra hacia el mar. Había orden y simetría en las edificaciones y árboles que daban gran sombra.
En la descripción que hace Eiton de la casa de gobierno o intendencia de San Andrés en 1913, se puede apreciar lo que es la construcción vernacular caribeña y la armonía necesaria en juego con el clima y los detalles, los cuales se pueden retomar al construir viviendas actualmente en el territorio raizal. Cuenta que era un edificio enorme de construcción esbelta, sencilla pero elegante en su sencillez y que estaba al final del muelle donde el barco había fondeado. La casa era alta, claustrada y tanto arriba como abajo tenía sólidos barandales exteriores e interiores habiendo sido una verdadera lástima que los corredores los hubieran hecho tan estrechos cuando lo que hubiera convenido en aquellos climas hubieran sido unos corredores anchos por donde el aire hubiera podido circular libremente. Dice que el edificio de la intendencia ocupaba una gran área, había sido construido todo de madera traída de los Estados Unidos y estaba pintado de verde pálido y rojo oscuro y tenía unas escaleras estrechas y empinadas.
Documenta Eiton que las casas de habitación como las de comercio estaban a lado y lado de un extenso camino paralelo al mar. Encuentra las viviendas limpias y primorosas y regadas de forma irregular a lo largo de ese camino. No había casas hacia el interior porque el terreno era cenagoso. Valga decir que lo que Eiton llama chalets eran casas más pequeñas que describe como rincones poéticos netamente sajones donde estaban pintados de blanco los mamparos, de verde pálido ribeteadas de rojo las puertas y el techo metálico rojo, con ventanales grandes que aireaban los interiores. Todas estaban rodeadas de jardines majestuosos. Terminado ese camino las casas se perdían entre lo tupido de las palmeras y la vegetación y el camino se llenaba de baches y era intransitable. En sus descripciones deja claro que había una zona muy próspera con residencias suntuosas y áreas deprimidas de difícil acceso y caminos descuidados.
A partir de 1953 se instauraron en el territorio raizal nuevas formas de propiedad con reflejos de urbanismo lumpenizado y barrios tuguriales. Se trasladó el centro urbano desde San Luis hacia el norte de la isla donde creció y se sigue construyendo carente de estética y planificación.
Las propiedades hacia el mar ganaron valor y se convirtieron en terrenos para construir edificaciones para alojar turistas o para recreo de familias en sus vacaciones. En ese estado de cosas, engañados y presionados por maneras de vida desconocidas a los raizales se les arrebatan las tierras.
Algunas características tradicionales de la arquitectura vernacular
El estilo de construcción que más se nota en el territorio raizal es el tipo casa principal de plantación de casa inmensa, alta, con balcones, dos pisos y un tercero desde donde brotan las buhardillas. A veces sobre pilotes o una base de concreto para aislar la humedad. Se originó en los Estados Unidos y se traspasó principalmente a Jamaica desde donde se expandió por el Gran Caribe donde por fuerza del clima se siguió recreando con firmeza hasta entrado el siglo XX. Pero también como metáfora del estatus económico de sus dueños.
También sobrevive el estilo africano, tipo viviendas diminutas que se han seguido ampliando según aumente la familia.
La construcción de canaletas alrededor de los techos para recoger el agua dulce de la lluvia que va a depositarse en las cisternas, que generalmente están construidas al lado, detrás pero también debajo de las casas.
El material por excelencia utilizado en la vivienda vernacular era la madera por sus propiedades termotransmisoras al proteger del calor o del frío. Todo el andamiaje de la casa, pisos, puertas, ventanas, paredes, columnas, separaciones y cielo raso eran de madera. Los techos generalmente de zinc, calentaban durante el día pero estaban separados del resto de la casa por el cielo raso y ese tercer piso que contiene las buhardillas concebidas para airear la casa. Por otro lado el zinc se enfriaba de noche.
Al principio hubo los arquitectos o constructores de oficio que serían inmigrantes europeos que se iban apropiando de los nuevos ecosistemas tropicales para luego haber los arquitectos, maestros y mano de obra criolla cuyos conocimientos se iban pasando entre generaciones. Sin embargo, esta retroalimentación de saberes se ha ido abandonando o está casi desaparecida en el territorio indígena raizal.
Normatividad para la protección de la arquitectura vernacular del territorio raizal:
Ley 47 de 1993
“Artículo 51 de la conservacion de la arquitectura nativa. La construcción de bienes inmuebles en el Departamento Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina deberá realizarse conservando la arquitectura nativa del departamento”.
Esta ley cobra pertinencia en cuanto desarrolla el sentido de la Constitución Política de Colombia de 1991 en cuanto a salvaguardia y protección de la diversidad étnica y cultural. En el artículo 51 toma cuerpo la cuestión sobre la relación entre el concepto de identidad y el de arquitectura, vivienda o área urbana en los territorios indígenas.
Ley 1185 de 2008
“Artículo 1°. Integración del patrimonio cultural de la Nación. El patrimonio cultural de la Nación está constituido por todos los bienes materiales, las manifestaciones inmateriales, los productos y las representaciones de la cultura que son expresión de la nacionalidad colombiana, tales como la lengua castellana, las lenguas y dialectos de las comunidades indígenas, negras y creoles, la tradición, el conocimiento ancestral, el paisaje cultural, las costumbres y los hábitos, así como los bienes materiales de naturaleza mueble e inmueble a los que se les atribuye, entre otros, especial interés histórico, artístico, científico, estético o simbólico en ámbitos como el plástico, arquitectónico, urbano, arqueológico, lingüístico, sonoro, musical, audiovisual, fílmico, testimonial, documental, literario, bibliográfico, museológico o antropológico”.
Específicamente, conservar, recuperar o restaurar la arquitectura nativa raizal tiene implicaciones en el ejercicio de la raizalidad desde el plano cultural, de memoria y patrimonio. Además también para el good will de Coralina y de la administración departamental. Sin olvidar los efectos de valor agregado como destino ecoturístico, de eventos y congresos o salud ya que en sociedades cada vez más globales adquieren gran valor los detalles entrañables propios de los grupos socioculturales.
Cualquier otro tipo de arquitectura diferente a la nativa en el territorio indígena raizal debería espantar al nativo, al residente, al inversor y al turista. A los sensibles deseados.
Arquitectura tradicional
Sobre la arquitectura actual en el territorio indígena raizal
En las islas se ha pasado del ideal de vivienda sostenible a uno donde el hogar se convierte en un horno o sauna. Construcciones demasiado bajas, pegadas unas con otras olvidando las cámaras de aire tan importantes, llenas de paredes y éstas completas hasta arriba olvidando terminarlas con calados o hermosas filigranas en madera para que el aire circule dentro de la vivienda y no necesitar el aire acondicionado. Se ha construido en la totalidad del terreno, sin espacios para jardines, especias o plantas medicinales. Un tipo de construcción que no ventila ni aisla del sol y del calor exterior no puede ser sostenible.
El urbanismo en los barrios nuevos se basa en la autoconstrucción y la autourbanización, casi siempre sin la intervención de un profesional o de un maestro idóneo.
Se requiere de renovación urbana dirigida por maestros, arquitectos o constructores empíricos con sensibilidad ambiental, histórica y sociocultural. O con sentido común.
Los materiales vegetales como la madera tienen mayor capacidad térmica, por lo que sería ideal en las situaciones climáticas actuales.
La arquitectura actual en el territorio raizal se fundamenta en nuevas identidades que no establecen continuidad ni garantizan la memoria generacional. La arquitectura vernacular está siendo reemplazada por estilos de pensamiento go fast o nuevo rico. Aun raizales arraigados de la esfera comunitaria promueven la pérdida con estilos de este tipo en un claro proceso de aculturación.
Hay que recordar que las construcciones en el territorio tipo malls o moles de concreto gigantes convierten en paradoja la custodia de la Reserva Seaflower por Coralina, la oficialidad y la sociedad civil. No solo impiden el paso de la brisa y congestionan la ventilación natural en las islas sino que también obstruyen y afean el paisaje natural que es patrimonio de todos, afecta el sentido de pertenencia y el ideal de turismo deseado de alto poder adquisitivo. Naarteen y los espacios cerca al aereopuerto convertidos en una suburbe asentada donde habían estado humedales, aves, tortugas y vegetación primaria para el sostenimiento de todo el ecosistema animal, vegetal, mineral y humano y la vida de los acuíferos.
Entre las propuestas oficiales de arquitectura y urbanismo en el territorio raizal a partir de 2016 está la reubicación urbana de los asentamientos llamados Cliff y Tablitas en vivienda vertical.
Arquitectura tradicional